Romance de clases

A una casa me invitaron,
unos diez años tendría,
a comer y a la piscina
la familia de una amiga.
Reímos, jugamos mucho
mientras se hizo la comida.
Entre risas nos sentamos,
teníamos hambre canina.
Al bajar la vista al plato
vi un centollo en frente mía
Y el auténtico  poema
fue la cara que tenía,
yo por más que lo miraba
cómo abrirlo no sabía.
Esperé a que alguien comiese
para ver qué es lo que hacía.
Al final pude imitarles
y fingir que ya sabía.
Ese día descubrí
lo que era la burguesía.


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