Cosas de la vida (I)

Veréis, antes de creerme poeta y escribir nada más que no me jodas al amor, solía escribir pamplinas varias e intentos de risa en mi blog personal. Tenía un par de etiquetas con las que clasificarlas, estaban las Cosas de la Vida, y Grandes inventos de la historia. Sí, esta puede ser la primera vez que se utiliza la expresión "un par" para referirse a dos y no a una cantidad superior de algo, pero juro que ha sido sin querer. Bueno, que aquí va una de Cosas de la vida:

Pues bueno, como pájaro que pía, pero no dice pío (¿pronuncian los pájaros la P?), escuché a una vaca el otro día por la calle mugir sin decir ni mú.
Bueno, algo sí que dijo. Venía a decir la susodicha que hay que ver la juventud de hoy en día, que no piensan más que en el folleteo que te veo, que tralarí tralará, que por delante y por detrás. Estos niños de hoy en día, que sólo levantan la vista de la pantallita para verle el culo a las niñas de hoy en día, que están más salías que el pico de una plancha, y ¿dónde vas con esas tetas niña? que parece que estás en posición supina con las rodillas en la barbilla.

Como chico bien educado que soy, no me quedó otra que meterme en la conversación ajena. Señora, no me sea usted derrotista, que las familias de 5 a 9 hijos eran las de su generación, no de la nuestra.

Y giróse la mujer de canosos cabellos y papada prominente, con aire de como me digas algo más te doy un pescozón (porque los pescozones los dan las viejas, las de antes, ahora eso ya ni existe) con todo el anillo de punta escarlata mirando para la palma de la mano que te vas a estar rascando tres generaciones y media. Cuando vio la cara de tonto que tengo le di pena, y sonriendo como la abuela que te da un billete de 5 € por debajo de la cadera, y por detrás, cual magnate traficante de metanfetamina, para que tu madre no se entere, me dijo así: Bueno, ¿...y qué? Antes no teníamos televisión. Algo habría que hacer, ¿digono?

Y nada,  me tuve que reir sin que ella se diera mucha cuenta. Cosas de la viuda.

La mezcla explosiva.

Hay muchas cosas que dicen que no se pueden mezclar: la familia y el dinero, el amor y los negocios y, cómo no, las relaciones y las amistades. Pero, ¿por qué?

Piénsalo un momento, ¿qué te impide realmente tener como amig@ a un ex, rollo o accidente?

Es más, si la gente que está en pareja arregla sus problemas con sexo, ¿por qué cuando es en sentido contrario todo se estropea? No tiene ningún sentido, es más, debería ser al contrario, debería haber mucha más confianza para decir las cosas, total, ya no hay secretos.

La gente se complica la existencia tontamente.

Ahora vendrá el listo de turno y dirá: 
“es que los sentimientos…” 
¿Qué sentimientos? Primero, puede que ni si quiera los haya, en ese caso, es como empezar de cero y, llamadme rara, pero si te has podido acostar con una persona, dudo mucho que no te caiga lo suficientemente bien como para tomar un café, salvo que tengas algún tipo de adicción al sexo, en ese caso mejor visita a un terapeuta.

Segundo, en caso de que sí que los haya, da igual que sea por una o las dos partes, ¿qué? Todos hemos pasado alguna vez por algún amig@ que se nos cuelga de otro (quizá nosotros mismos hayamos sido protagonistas de eso) y hemos estado todos juntos, como si nada, hasta que se ha pasado ese cuelgue ¿se ha acabado el mundo? No.

Ahora vendrá otro listo: 
“es que el tiempo…”
Nada, pamplinas. Esto es igual que un resfriado: lo vas a pasar en una semana si no tomas nada (en este caso, si no ves a esa persona) o en siete días si te medicas (manteniendo el contacto).


Entonces, ¿qué ocurre? Pues fácil, la humanidad es imbécil. Y punto.

Beer or not to be. There isn't any question.

Las mieles del deseo tienen un nombre
y tienen un color, que casualidades
de los ingredientes, es ambarino
como la miel.

Las mieles del deseo te dejan
marca en los labios, en el
bigote, y un amargo sabor
al tragar.

Las mieles del deseo me desean,
sí que lo hacen, no podría yo
profesarles este deseo que adentro llevo
si el sentimiento no fuera recíproco.

Las mieles del deseo se sirven frías,
unas más que otras, y a ser posible
en vaso de cristal.

Pero sobretodo, las mieles del deseo,
tanto esta que describo, como otras,
son mucho mejor en compañía.

¿Y si Orfeo hubiese tenido una segunda oportunidad?

“Al morir su amada, tocó las canciones más tristes, haciendo llorar a ninfas y dioses. Éstos le convencieron para que bajara al inframundo a rescatar a Eurídice, ablandando con su música a Hades y Perséfone. Los reyes de los infiernos le pusieron una sola condición: no volverse a mirarla hasta que Eurídice no hubiera sido completamente bañada por los rayos del sol. Fue débil y la perdió”.

Los griegos eran muy inteligentes, con sus mitos enseñaban a los más pequeños los valores que, en ese momento, debían mostrar como hombres y mujeres de bien. En este caso era la fortaleza, la obediencia a los dioses y, por qué no, la confianza.

Orfeo, por amor, y justo en el último momento, justo antes de tener a su amor con él de nuevo, no confió, perdiéndola con ello para siempre.

A pesar de la antigüedad del relato, la realidad es que ocurre muy a menudo: nos equivocamos, metemos la pata y perdemos, es un hecho. Sin embargo, ¿aprendemos?

Después de equivocarnos, queriendo o sin querer, admitiendo nuestro error o no, siempre siempre siempre pedimos otra oportunidad pero ¿la aprovecharíamos? ¿O seríamos capaces de meter la pata otra vez? Es decir, casi siempre que nos equivocamos, sabemos que no lo estamos haciendo bien, y aun así seguimos (y a quien no le haya pasado alguna vez que levante la mano), como Orfeo.


Supongo que, si la respuesta fuese sencilla, estas cosas no ocurrirían tan a menudo, igual ni siquiera Orfeo habría perdido a Eurídice una segunda vez, simplemente confiaríamos, afrontaríamos ciertos riesgos hasta sus últimas consecuencias, aunque eso supusiera tener de frente nuestro mayor miedo, ese que, en la realidad, nos hace mirar a lo prohibido y, al final, perder.

Complejo sueño de Morfeo.

Era una habitación bastante grande para las pocas velas que lo iluminaban, en el centro de la sala, iluminado por uno de los 6 cirios que había, se distinguía un mostrador de no más de 3 pasos de ancho, en el que un hombre cabizbajo estaba apoyado, recordando el ajetreo y la vida que antaño tuvo ese habitáculo. La mirada fija en una esquina de la habitación, en la cual, casi no se distinguía la forma de un sofá, la sombra lo envolvía, pero en su mente se veía a sí mismo flirteando en él con varias mujeres que le reían las gracias y preguntaban por las batallas e historias que en ese hotel habían ocurrido.
De repente una joven entro por la puerta, era esbelta, con una larga melena ondulada de color chocolate, nada mas entrar en la habitación, su olor, un olor dulce, afrutado y seductor lleno la sala. El hombre salio de su ensimismamiento y compuso una de sus sonrisas mas radiantes:
-¿Quería una habitación, joven damisela? No se si tendremos libre alguna tan lujosa como usted se merece, déjeme comprobarlo en el libro de registros.
La joven, con tono de preocupación y una expresión triste, contesto:
-Padre, ¿Otra vez se te olvido tomar las pastillas?, venga conmigo. le daré su medicina.
-¡Nooo!, eres una enviada del encargado del hotel de la esquina para drogarme y que pierda mis clientes...¡No te seguiré a ningún lado!
Entonces, la joven cuya belleza se vio apagada tras escuchar esas duras palabras, cogió el teléfono e hizo una llamada:
-Sí, sigue igual, tal vez peor, hoy no me reconoce y piensa que regenta el hotel de nuevo, cree que soy alguien que viene a drogarle... no se que hacer...¿Puedes venir para intentar convencer a papa de que se tome las pastillas?...Gracias.
Mientras hablaba con su hermano, las lagrimas empezaron a brotar y deslizarse por su piel dejando un río de dolor que se quedaría marcado incluso después de que se secara la cara. Sus ojos verde esmeralda, se rodearon de un rojo que mostraba el dolor que aquellas palabras le habían hecho. Salio de la habitación y espero.
El hermano mayor llego, y entre negociaciones para pasar la noche en una habitación inexistente y unos cuantos minutos de charla amenizada con unos vasos de una botella de vodka, que en verdad era agua con la que habían rellenado la botella que hacia años que no contenía ese líquido alcohólico, consiguió que su padre se tomara las pastillas y se fuera a descansar.
Entro entonces en un sueño en el que sobre una cama, tapado con unas sabanas, se imaginaba regentando un hotel en una época en la que los caballeros matadragones llegaban allí para descansar de sus duras batallas y le contaban sus aventuras. Esas mismas aventuras que después contaría él a las jóvenes sentado en un sofá a la luz de las velas.
Otro día había pasado, sumido en un baile que Morfeo había compuesto para él, un baile tan complejo que lo embarcaba en una aventura que duraba tanto sus sueños como sus vigilias.
Maldito Morfeo que quiso escribir con este pobre viejo la mejor historia de aventuras que jamás nadie podrá contemplar y que con ella hizo olvidar todo lo que un día fue, su vida y su familia.

NO Podemos

Esto debería ser la entrada de los Emmys y lo horteras que son los famosos y demás, pero he estado más liada de la cuenta y aún la sigo preparando, llegará.

Lejos de ser la entrada dicha anteriormente, es una entrada con rabia, con indignación, porque estoy harta y cansada de que digan que los jóvenes somos unos conformistas, que nos acomodamos y que no luchamos por nada. Que somos la generación NI-Ni.

Os pongo en situación:

Ayer, una conversación de un grupo que estaba tomando café,( puede sonaros porque seguro que más de uno la habréis oído a mucha gente, en su mayoría personas de una cierta edad), se puso a hablar de la barriga de una de ellas, que está de cinco meses e intentaban alentar a otra, (29 años) de que ella debía ser la próxima y que no tardase mucho porque la embarazada con 30 tuvo a su primera hija y otra por el estilo y que no podía esperar.
La chica, vive con sus padres aún y aunque tiene pareja, de momento viven casi juntos, pero no del todo, no comparten gastos, ni se enfrentan a verdaderos problemas de convivencia. Ésta decía que aún no, que ni siquiera vive fuera de su casa, que no podía.
A todo esto llegó un señor de 59 años que venía a decir que él llevaba trabajando desde no sé cuando y que con 24 se casó y con 25 estaba trabajando y que ahora no queremos irnos, que estamos muy a gusto en casa, y somos muy cómodos.

Las dos que rondan los 40 decían que eso no era del todo cierto, que sí es verdad que somos cómodos y que hacemos poco, pero que ellas por ejemplo antes de terminar la carrera ya tenían trabajo, y que ahora es más difícil, pero que que lo queremos todo.

La pobre a la que querían hacer madre, decía que ella no ha empezado a cobrar un sueldo decente hasta este año, y que antes estaba pagando un coche con un sueldo pobre, que no le daba para mucho más.

Pues bien, al señor de 59, a las de 40 y a todo el que vaya a hablar antes de saber, le sugiero que se meta un puño en la boca y se lo muerda mientras.

Yo terminé la carrera haciendo trabajos de azafata, de modelo de peluquería, dando clases de inglés y cuidando niños para sacarme algo de dinero y no pedir, o pedir poco a mis padres; tuve suerte y al mes de acabar la carrera estuve trabajando de monitora en un colegio cobrando poquísimo, y dejé de pedirle absolutamente dinero a mis padres, que ya bastante me pagan la casa y la comida.
Al año siguiente encontré por mis propios medios un trabajo "de verdad" en el que cobro una mierda igualmente y trabajo 40 horas semanales cada vez adquiriendo más responsabilidad y teniendo más volumen de trabajo. Me pago la academia de inglés y todo excepto la casa y la comida.

Y puedo asegurar que con lo que yo cobro, o me voy a un piso compartido, cosa, que verdaderamente no me apetece llegada a una edad, porque no tengo ganas de tener que aguantar gente que para eso vivo con seis personas, o no puedo irme sola, ni con mi pareja que está pagando un coche, y el sueldo de los dos para un piso medio decente, facturas, gasolina, comer y algún imprevisto no nos llegaría, y en caso de hacerlo estaríamos frustrados porque estaríamos muy limitados para todo. Esclavizados en los trabajos para vivir.

Me disculpen los que crean que pedimos mucho, solo pedimos un salario decente, que nos dé igual que les ha dado a ustedes para tener una vida digna, poder formar una familia y poder plantearnos eso de la independencia, que en mi caso, puedo asegurar que la necesito.
No quiero estar en mi cas hasta los 30,  ni mucho menos, pero mientras, sigo trabajando y ahorrando, para el día que crea que puedo dar el paso no tenga que volverme a los dos meses y que tal y como está el panorama laboral, pueda hacer frente si el día de mañana, me echan del trabajo.

Creo, que no es una locura, sino sentido común, que nos ha tocado una etapa cómoda y de avances en cierta medida, pero por otro lado, complicada, mucho y eso, es lo que no terminan de ver muchos de los que nos dicen ésas cosas.

Y hablo en primera persona, pero podría hablar en muchas, por ejemplo las que escriben en este blog, o la mayoría de las que me rodean. Y sí, vagos hay en todos sitios, pero no generalicemos.

Siento haberme alargado, pero es que me llevaban los demonios.

Con cariño especial, al señor de 59 que cobra unos... 3000 euros muy tranquilamente al mes.