¿Y si Orfeo hubiese tenido una segunda oportunidad?

“Al morir su amada, tocó las canciones más tristes, haciendo llorar a ninfas y dioses. Éstos le convencieron para que bajara al inframundo a rescatar a Eurídice, ablandando con su música a Hades y Perséfone. Los reyes de los infiernos le pusieron una sola condición: no volverse a mirarla hasta que Eurídice no hubiera sido completamente bañada por los rayos del sol. Fue débil y la perdió”.

Los griegos eran muy inteligentes, con sus mitos enseñaban a los más pequeños los valores que, en ese momento, debían mostrar como hombres y mujeres de bien. En este caso era la fortaleza, la obediencia a los dioses y, por qué no, la confianza.

Orfeo, por amor, y justo en el último momento, justo antes de tener a su amor con él de nuevo, no confió, perdiéndola con ello para siempre.

A pesar de la antigüedad del relato, la realidad es que ocurre muy a menudo: nos equivocamos, metemos la pata y perdemos, es un hecho. Sin embargo, ¿aprendemos?

Después de equivocarnos, queriendo o sin querer, admitiendo nuestro error o no, siempre siempre siempre pedimos otra oportunidad pero ¿la aprovecharíamos? ¿O seríamos capaces de meter la pata otra vez? Es decir, casi siempre que nos equivocamos, sabemos que no lo estamos haciendo bien, y aun así seguimos (y a quien no le haya pasado alguna vez que levante la mano), como Orfeo.


Supongo que, si la respuesta fuese sencilla, estas cosas no ocurrirían tan a menudo, igual ni siquiera Orfeo habría perdido a Eurídice una segunda vez, simplemente confiaríamos, afrontaríamos ciertos riesgos hasta sus últimas consecuencias, aunque eso supusiera tener de frente nuestro mayor miedo, ese que, en la realidad, nos hace mirar a lo prohibido y, al final, perder.

3 comentarios:

  1. Culpemos a la carne, ella es la débil... no nosotros.

    Si tuviera que hacer de Eurídice, seguro que tiraría del hombro de Orfeo antes de salir del río del Hades.

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  2. Es difícil, no sabemos si vamos a aprender, pero como bien dices, todos alguna vez hemos hecho lo que no debíamos y en repetidas ocasiones, por eso suelo ser partidaria de dar otra oportunidad, quizás las circunstancias puntuales ayudaron, o simplemente la carne se dejó llevar.

    Una persona puede demostrarte cosas en una segunda vez, ya sea en una cita, en el trabajo, como amigo...para mejor, o para peor. Pero, ¿y si estás dejando escapar algo realmente bueno por no haberlo intentado?

    Lo malo ya lo tenemos, y lo detectaremos rápido, pero lo bueno, puede serlo mucho.

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