¡Feliz año nuevo! - Crónicas navideñas 1

Muy buenas tardes (aunque todavía no he almorzado, son las 12.24 y ya, si queremos ser correctos, hay que decir que es por la tarde) seguidoras y seguidores (ya me he enterado de que cada día sois más) de KTB.

Hemos tardado mucho en escribir porque hemos estado ocupadísimos saliendo de fiesta, bebiendo cerveza, comiendo solomillo al roquefor y paseando nuestros bonitos culos de aquí para allá, pero aquí estamos de nuevo.

Crónicas navideñas 1 y la leyenda del cortijo

La navidad empezó muy divertida, con la historia del "quería... pero no..." que ya os explicará su protagonista, Jesús (Carva), que básicamente consistía en que intentó comerse un bollito de crema pero, aunque lo cogió con sus manitas y lo estuvo mirando un buen rato, no se atrevió a probarlo, y eso que estaba seguro de que le iba a gustar. En fin, como no ha querido comprarse otro aquí en el pueblo, está esperando volverse a su despensa personal para comprobar si el que tenía se le ha caducado o no para poder hincarle el diente.

Nuestros días continuaron, nuestras quedadas se sucedían unas a otras. Yo vi interrumpido este ir y venir del baboso del bar a casa y de casa al bar, cuando fui a un cortijo de Jaén a visitar al que me lleva aguantando durante dos años, que se encuentra en la campaña de aceituna (a mí es que me gustan los hombres de campo, qué le vamos a hacer), ya que se encuentra allí alojado con sus abuelos y su tío. Al principio todo genial (me veo obligada a omitir detalles del viaje para mantener intacta la honra de mi familia) pero cuando llevaba allí dos días, empezaron a suceder cosas raras: empezaba a soñar con olivos mutantes que me lanzaban aceitunas bomba y me decían "veteeeeeeee veteeeeee mujer de ciudaaaaadd...", doscientos gañanes zombies salían de entre el olivar y me perseguían con vareadores de olivas, boinas y bastones, algunos de ellos montados en tractores de esos de arar campos... EN RESUMEN, me desperté sudandito como un pollo y pensé "es hora de irme." Bajé a desayudar charlando apaciblemente sobre aceitunas, olivos, campos y morcillas (para variar, hombre, no vamos a estar hablando siempre de jornales, piquetas, manigeros y ramón). Pero la suerte no estaba de mi mano y me vi obligada a quedarme un día más (esto de no tener coche es una puta mierda). Pensé en colgarme de un olivo centenario de esos, ya que me encontraba cerca de Martos, uno de los pueblos con mayor índice de suicidios de España, pero deseché la idea porque carecía de elegancia. 

Al día siguiente volví a mi casa, al pueblo, dónde KTB me esperaban para culminar nuestros planes navideños y... Evidentemente, me volví a acordar de mi hombre, y pensé "después de todo, la aventura campestre merece la pena." Es decir, que tarde o temprano...... ¡¡Volveré!!


Más historias navideñas próximamente en KTB.


PD: La información aquí presente se encuentra ligeramente exagerada en algunos de sus aspectos, abstenerse aceituneros ofendidos por favor.



No hay comentarios:

Publicar un comentario